El Ing. Agr. Osvaldo Cubecino, gerente general y director de Gestión Agrícola S.A. (GASA), mencionó en Nación Productiva, durante la evaluación de la campaña agrícola chaqueña, que la caída de precios de la soja y el maíz impactó en el punto de equilibrio final de ambos rubros. Este factor se suma a los bajos niveles de productividad que se tuvieron en la última campaña debido al pronunciado estrés hídrico y térmico registrado.
GASA gerencia 50 000 hectáreas de cultivos en esta región, de las cuales 40 000 son de soja y maíz. En cuanto al punto de equilibrio de la oleaginosa, Cubecino explicó que en la campaña anterior el punto de equilibrio de la soja estuvo entre 900 a 1000 kg/ha, mientras que en esta se elevó a 1300 kilos, incluyendo el costo de alquiler de otros ítems indirectos de estructura y administración. Indudablemente, a la baja producción, también se sumó la caída de precios que incidió directamente en el punto de indiferencia de la oleaginosa en la última campaña.
“Veníamos de una campaña de 0.9 a 1 tonelada por hectárea, pasamos a 1.3 y terminamos en eso en soja, un poquito por debajo. Al final bajaron un poquito los costos de premio, entonces se mejoró un poquito el número, el precio neto de venta”, explicó.
Cubecino mencionó en el agroclásico de los domingos que la soja tuvo dos contextos influenciados por los factores climáticos, considerando que el cultivo se encuentra muy disperso en todo el Chaco central. Por una parte, hubo campos con un rinde promedio por encima de los 2300 a 2500 kg por hectárea y, por otra, zonas donde el rendimiento fue cero. Es decir, hubo unidades productivas que quedaron por debajo del punto de equilibrio en esta campaña.
«Nosotros cosechamos en promedio mil kilos de soja para 20 000 hectáreas, con una pérdida cercana de 4000 hectáreas, o sea perdimos un volumen muy grande en hectáreas sembradas o que cosechamos poco, que cosechamos por sectores. Lo peor es cero y lo mejor, 3000 kg por hectárea. Entonces, como estamos muy atomizados, muy dispersos en todo el Chaco central, hay zonas muy buenas, campos con promedios por encima de los 2300, 2500 kg y hay campos de cero rindes, que venían de soja de 3000 kg el año pasado y este año han rendido cero sobre maíces de 6000 kg en la campaña pasada”, precisó.
Entonces, tuvimos los dos contextos en menos de 24 meses, porque pasamos de entre 900 y 1000 mm de precipitación a un máximo de 400 mm en todo el año con temperaturas extremas. Entonces, eso fue complicado de manejar», aseguró.
En el caso del maíz, explicó que arrancaron las cosechas con 3.5 a 4.5 toneladas por hectárea, dependiendo del tipo, es decir, si es un maíz de habilitación o uno que venía de soja o de algodón, que tiene un sobrecosto un poco más importante.
Agregó que empezaron con un presupuesto de entre USD 140 y USD 150 la tonelada en el campo, pero debido al año seco terminaron con una baja disponibilidad del grano, y cerraron una venta cercana a los USD 180 la tonelada.
Por tanto, mencionó que el punto de equilibrio quedó entre 2.6 a 2.8 toneladas por hectárea para maíces de habilitación o primer cultivo agrícola en secano y entre 3 y 3.5 toneladas por hectárea, en áreas de mayor inversión.
Sostuvo, finalmente, que la producción del maíz también estuvo supeditado a los mismos factores que en el caso de la soja, es decir, falta de precipitaciones y altas temperaturas. Sin embargo, resaltó que el perfil sanitario de este año fue mejor en comparación con el año pasado.
«La extrema temperatura y la baja humedad relativamente hizo que la presión de la cigarrita o el vector que transmite el achaparramiento del maíz estuviera en menor población todo el tiempo, todo el ciclo y sobre todo, al inicio, que es el momento más importante. Creo que en el Chaco mejoró el manejo, nosotros ajustamos muchísimo el manejo de esta plaga», concluyó Cubecino.
[Foto : Osvaldo Cubecino / Nación Productiva]