Desarrollar y expandir la agricultura en campos bajos requiere mucha inversión, por lo que a criterio del Ing. Agr. Rafael Santin, productor de Yuty, Caazapá, y director de Prosoil S.A., el punto de equilibrio de la soja en su campo estaría en torno a 1800 kg por hectárea, teniendo en cuenta el comportamiento del mercado y las diferentes variables que pueden presentarse a lo largo del ciclo productivo. En el agroclásico de los domingos mencionó, además, que su avance de siembra llega al 65 %.

 

En Nación Productiva, ocasión en la que hicimos una evaluación del avance de siembra en campos bajos, Santin precisó que el costo de preparación del suelo debe ser fijado en el costo de adquisición del terreno o en el costo del alquiler y no debe ser incluido en el costo de producción. Precisó que en el caso del alquiler, se puede dividir o diluir el gasto mientras dure el contrato.

 

Para el cultivo de la soja en los campos bajos, Santin aseguró que existen tres pilares fundamentales: el drenaje, el calcáreo y los microorganismos. Remarcó que el principal desafío en este tipo de suelos sigue siendo el exceso de agua.

 

“Yo, en mi punto de vista, veo que el principal limitante sigue siendo todavía el exceso de lluvia, pero hay métodos, hoy tenemos herramientas para trabajar los suelos para un buen drenaje”, mencionó el ingeniero.

 

Uno de los puntos dentro del drenaje acotó que es la necesidad de brindarle mayor porosidad al suelo. “Muchos creen que por ser suelos bajos y húmedos son tierras blandas y cuentan con mucha materia orgánica, pero es totalmente al revés”, remarcó el profesional.

 

Precisó que una de las características de los terrenos bajos es que suelen ser campos compactados, por lo que afirmó que la descompactación ayuda bastante en el drenaje del terreno.

 

Respecto a la planificación de la campaña, precisó que fue iniciar con el 66 % de siembra en setiembre y el restante 33 % hacer en noviembre en las parcelas donde estaba el trigo. Actualmente, la empresa cuenta con un 65 % de avance de siembra, pero Santin recalcó que en la zona de Caazapá el avance en los campos bajos ya ronda entre el 75 % y 80 %.

 

El productor comentó que en un año fuerte de La Niña, usualmente la planificación sería arrancar con un menor porcentaje en setiembre y dejar el grueso de la siembra para noviembre. Sin embargo, precisó que si bien este año se pronosticó este fenómeno, se fue debilitando y la empresa terminó optando por su planificación tradicional, es decir, plantar la mayor área en el comienzo de la ventana y dejar el remanente para una siembra más tardía.

 

Por otra parte, consultado sobre los cultivos de invierno, mencionó que la zafra pasada estuvo marcada por El Niño, que llevó muchas lluvias a varios puntos del país, lo que atrasó la siembra. En ese sentido, dijo que las condiciones climáticas permitieron plantar 30 % de zafriña de soja (2024) y ya más hacia el invierno, del 50 % de trigo que estaba previsto en la planificación inicial se pudo plantar solamente el 30 %, en tanto que la pretensión del 20 % de canola no se concretó por falta de espacio de tiempo entre el cultivo de invierno de este año y la campaña de verano de la zafra 2024/25, remarcó el productor.

 

Finalmente, Santin afirmó que no existen campos malos, sino suelos mal administrados, añadió que en la tarea de producir alimentos el productor valora el respaldo y el reconocimiento ante los múltiples desafíos.

 

[Foto icon-camera : Rafael Santin / Archivo / Productiva TV]