Roberson de Almeida, un hombre que lleva el trabajo de campo en la sangre, es nuestro invitado en esta edición de Revista Productiva. Él destaca el relacionamiento ejemplar que tiene con su padre, cuáles son sus preocupaciones y los desafíos de los productores en la actualidad en la sucesión de las actividades en el campo. Conozcamos su historia.
Roberson, gracias por recibirnos en tu establecimiento, en tu casa. Comentanos cómo llegaron a Paraguay tu abuelo y tu padre.
Gracias a ustedes por estar siguiendo de cerca el trabajo de los productores. Mi abuelo llegó a Paraguay en 1974. En el 2024 se cumplieron 50 años de su venida y mi papá vino cuando apenas era un niño de 10 años de edad.
Nos imaginamos que las condiciones en aquel entonces no eran nada fáciles.
Sí, ellos me contaron que no había nada aquí, más que impenetrables montes. La movilidad era muy complicada porque no había accesos. Para ir a Ciudad del Este debían pasar en balsa por el río Monday; era toda una travesía, según contaban.
¿Cómo se dio tu inserción en el trabajo de la estancia?
Mi papá siempre trabajó mucho con mi abuelo y trasladó ese buen relacionamiento conmigo. De mi parte, cuando tenía 15 años de edad, nosotros teníamos máquinas que prestaban servicios para la región y mi papá me dio una Toyota Bandeirante para ser asistente de esa máquina y asistirles a los vecinos.
En toda mi niñez yo siempre estuve en la chacra, siempre trabajé con máquinas. Si ves lo que hoy tenemos en tecnología, comparado con ese momento, no teníamos nada.
Nunca imaginé llegar a donde estamos hoy. Venimos creciendo juntos en ese segmento.
¿Qué destacás de la relación con tu padre?
Mi papá siempre estuvo muy abierto a eso; papá siempre fue alguien que pensaba en el futuro y me dio la libertad para enfrentar el tema de la tecnología. Siempre estoy buscando resultados y llegamos a donde estamos por esa dedicación y por lo que invertimos.
Recuerdo que con el paso del tiempo terminé la escuela en Cedrales y luego tuve la oportunidad de estudiar en Foz de Iguazú en un Colegio Agrícola durante un año y medio, regresé a casa y después este trabajo con máquinas terminó y empecé a trabajar en casa. Tuvimos una división de trabajo y yo me quedé en la parte técnica cuidando las partes de siembra, pulverización y papá quedó con la parte financiera.
Siempre estaba en el campo con mi padre, nosotros sembramos soja desde 1990. También mi abuelo estaba en el campo.
Yo tenía buena relación con mi papá y mi abuelo y daba gusto siempre venir al campo, entonces uno entra a ese campo de trabajo, crece con eso y está en tu sangre.
Con mis hijos también. Ellos vienen al campo, andan en las máquinas, se van adaptando y así es el inicio para conseguir trabajar bien.
¿Cuáles son las actividades que podrías considerarlas como tu hobby?
Cuando tenía 18 años me gustaban las carreras y corrí una temporada de velocross, pero esa parte uno no consigue coincidir con el trabajo. Mi papá me regaló una moto y ahora estamos llegan do a más de 40 000 km de viajes, nos vamos a Bariloche, Salta, Brasil, y mis hijos ya tienen motos también.
Cuando yo estaba en el colegio agrícola tuve un accidente y casi morí. Estuve 11 días internado, pero la vida va pasando y hoy estamos trabajando bien. La familia está creciendo, tengo dos varones y ahora una niña.
Yo intento ser la persona más transparente posible y amigable. Si un amigo necesita alguna información o ayuda, siempre estoy dispuesto a dársela. Así es la vida y uno consigue vivir bien así.
¿Cómo es tu vida cotidiana?
Mi casa está en el campo. Cuando yo abro la puerta yo ya estoy trabajando. Nos despertamos a las 6 de la mañana, tomo mate y voy caminando por el campo para ver cómo están los cultivos.
El trabajo de hoy es monitorear y resolver problemas todos los días.
Esa buena relación que tuviste con tu padre ¿te gustaría replicarla con tus hijos?
Si mis hijos son igual que mi papá y yo, que trabajamos, tenemos responsabilidades y resolvemos problemas, sería lo más lindo.
¿Cuál es la mayor preocupación que tenés?
La mayor preocupación que yo tengo es trabajar tanto y que a futuro no tenga algún sucesor; creo que es la mayor preocupación del agricultor del mundo.
De qué sirve la dedicación que tuvo mi abuelo, mi papá y yo, si yo no tengo un reemplazante después. La idea es siempre vivir del campo y estar constantemente para tener un seguimiento en el futuro.
Mensaje final
Mi papá es un espejo para mí y lo que tenemos hoy es por él. Es un buen ejemplo como padre y compañero; sabemos diferenciar el trabajo y la amistad.
Hoy el agricultor es crucificado por la ciudad y muchas entidades. Primero, porque no conocen cómo se desarrolla la actividad.
Quien critica al campo no ve lo que come al otro día. Nosotros tratamos de ser lo más transparentes posibles al mundo e intentamos representar a nuestro país para que el mundo vea cómo estamos haciendo las cosas bien.
Nosotros abrimos puertas para nuestros funcionarios desde los 18 años y somos formadores de personas. Si el agricultor no piensa en sus colaboradores, cómo piensa que va a crecer.
Hoy mi familia es mi base. Mis hijos hoy están acompañándome y en un futuro son ellos los que van a hacer este trabajo.
FICHA PERSONAL
Roberson de Almeida es un productor paraguayo de Cedrales, Alto Paraná, que trabaja de cerca con su padre, João Emanoel de Almeida, en Fazenda de Almeida. En el 2024 la empresa cumplió 50 años de trabajo en Paraguay.
Roberson es la tercera generación de su familia que trabaja en Paraguay. Hizo sus estudios en el país, también prestó servicios y se insertó en el proceso de crecimiento de la productividad a través de la tecnificación.
Es un amante de la agricultura y el concepto que aplica en la actualidad apunta a producir alimentos de manera sostenible en el tiempo.
[Material publicado en el segmento Entrevista de la edición Nº 122 de diciembre de Revista Productiva, página 12]
[Foto : Revista Productiva]