Paraguay es un país con una economía predominantemente agrícola, por lo que este sector ha sido un pilar importante del desarrollo económico durante las últimas décadas (Herken et al., 2011). En sus inicios, el crecimiento de la agricultura estuvo marcado por varios factores, incluidos reformas políticas, inversiones en infraestructura y cambios en las políticas agrícolas (Borda, 2020). No obstante, en los últimos años hubo una inversión considerable en tecnología agrícola y técnicas de cultivo más eficientes, por lo que la implementación de sistemas de siembra directa y otras prácticas agrícolas de conservación pareciera que han ayudado a aumentar la productividad y preservar los suelos (Acevedo & Silva, 2003; Cubilla et al., 2012). Sumado a esto, la firma de acuerdos comerciales y la apertura de mercados internacionales facilitaron la exportación de productos agrícolas, lo que nos convirtió en uno de los principales exportadores mundiales de soja (Anichini et al., 2013).

 

*Prof. Ing. For. María Soledad Armoa Báez, UNA (Líder local GYGA-Paraguay)

*Prof. Alencar Zanon, Universidad Federal de Santa María – Brasil

 

Conforme datos del USDA (2024), los tres principales países productores y exportadores dentro de la región son Brasil, Argentina y Paraguay. Estos dos primeros han evaluado su potencial de producción, así como determinado las causas que están detrás de sus brechas de rendimiento (Aramburu-Merlos et al., 2015; Marin et al., 2022). No obstante, la ausencia de información sobre el potencial de producción de cultivos de Paraguay es sorprendente, considerando que es el 3º y 5º exportador de soja y maíz, respectivamente, así como una importante fuente de trigo para países vecinos (USDA, 2024).

 

La producción paraguaya históricamente estuvo solventada en gran parte por el incremento del área de producción, el cual aumentó un 299 % entre 2000 y 2022 (FAOSTAT, 2024), principalmente a expensas de pastizales y bosques naturales (hasta la creación de la Ley de Deforestación Cero en el 2004) (Baumann et al., 2017; Henderson et al., 2021; le Polain de Waroux et al., 2016). Haciendo una revisión del rendimiento promedio de la soja durante los últimos 10 años (2013-2022) se observa que se ha mantenido inferior a lo alcanzado por países vecinos como Argentina y Brasil, lo cual nos plantea dos preguntas: ¿cuánto más podemos producir? y ¿qué está impidiendo que lo alcancemos?.

 

Teniendo en cuenta la proyección de aumento de demanda de alimentos, esto plantea una oportunidad para países productores en desarrollo como Paraguay. Pero para ello son necesarios enfoques que permitan identificar alternativas sostenibles y aún más considerando toda la normativa nacional e internacional aplicada actualmente.

 

El sistema productivo debe considerar un enfoque que permita una intensificación agrícola sostenible, la cual se define como la capacidad de aumentar la producción sin causar daños irreversibles al medio ambiente (Cassmann y Grassini 2020; Pretty et al., 2018), incrementando la productividad en función de las características climáticas, agronómicas y socioeconómicas de cada región. Comprender el sistema de producción en Paraguay puede y debe orientar los esfuerzos públicos y privados, priorizando una mayor eficiencia de los recursos y/o la inversión en tecnologías e insumos.

 

El proyecto Global Yield Gap Atlas (GYGA) (www.yieldgap.org) desarrollado e implemento en más de 70 países alrededor del mundo, tiene como objetivo estimar el potencial productivo, identificar y reducir las brechas de rendimiento en los principales cultivos agrícolas y proponer soluciones alternativas para cada país produc tor. A la vista de las experiencias y resultados alcanzados en países como Argentina, Uruguay y Brasil, en el 2022 se inició el proyecto GYGA Paraguay, con el fin de definir el potencial y las brechas de rendimiento para los cultivos de soja, maíz y trigo en Paraguay.

 

El potencial de rendimiento (Yp) se define como el rendimiento alcanzado por un cultivar en un ambiente específico, sin limitaciones hídricas ni nutricionales y en ausencia de estrés biótico (Evans, 1993). En ambientes con producción en secano, donde la disponibilidad hídrica pasa a ser un factor a considerar y las características del suelo influyen en los balances hídricos, trabajamos con un potencial de rendimiento limitado por agua (Yw). Por otra parte, el rendimiento real (Ya) representa al rendimiento promedio obtenido por los productores en un área específica. Finalmente, la brecha de rendimiento (Yg) se define como la diferencia entre Yw y Ya para los cultivos de secano (Van Ittersum et al., 2013) (Figura 1). Pensar en alcanzar el 100 % del Yw es muy difícil, varios estudios a nivel mundial resaltan que alcanzar valores cercanos al 80 % del Yw es una condición factible y rentable para el productor y a este nivel de rendimiento se le conoce como rendimiento alcanzable (Yatt) (Grassini et al., 2011; Lobell et al. 2009).

 

Comprender la magnitud del potencial de rendimiento y las brechas existentes es importante puesto que les permite a los productores y agrónomos evaluar el rendimiento actual y reflexionar sobre lo que se puede hacer para aumentar la productividad mediante un mejor manejo. Haciendo una revisión de los potenciales y las brechas de rendimiento de los mayores productores de soja a nivel mundial, así como a nivel regional, Paraguay se destaca con una de las brechas más bajas, lo que significa que los productores están aplicando un manejo que permite estar cerca de lo que cada parcela pue de producir (Figura 2). No obstante, se puede producir más. En un contexto de desarrollo, a nivel nacional proporciona información clave para orientar los programas de investigación y extensión, así como evaluar la capacidad para producir y exportar más.

 

Los resultados alcanzados por el proyecto GYGA-Paraguay permitieron identificar cuánto se puede producir en cada área productiva, así como cuán lejos estamos de alcanzar dichos va lores (Figura 3). Uno de los resultados más interesantes es la clara diferencia de brechas entre regiones, ya que el norte y centro de la región Oriental presentan rendimientos más cercanos al potencial de cada área, mientras que la región sur y este expresan que dichas áreas podrían producir entre un 25 a 50 % más de lo que actualmente están produciendo, lo cual demuestra una necesidad de ajustes en el manejo actual.

 

Finalmente, GYGA-Paraguay en su fase final está trabajando en identificar mejoras necesarias en el sistema productivo nacional para alcanzar un impacto económico y social positivo, basado en un manejo de cultivos que permita mayor rentabilidad, bajo criterios de sostenibilidad económica, ambiental y social, dejando clara la capacidad de Paraguay para innovar y adaptarse a los desafíos globales que permitirán su éxito futuro en el mercado agrícola.

 

[Material publicado en el segmento Nota de tapa de la edición Nº 122 de diciembre de Revista Productiva, páginas 18 y 19]

[Foto icon-camera : Revista Productiva]