El estrés calórico e hídrico es el componente que se va volviendo un actor protagónico en la definición del éxito productivo en las últimas campañas de soja en Paraguay. En algunas regiones el efecto fue dramático, con pérdidas pronunciadas de rendimiento, pero en otras, con condiciones más benignas y respaldadas por ciertas herramientas y estrategias, se pudo mitigar y lograr pisos productivos más elevados, aunque también un poco distantes de aquellos niveles de productividad anhelados por los productores.
En torno a este concepto que compartimos, el equipo de Productiva estuvo presente en la cosecha de Agropecuaria Busanello, emprendimiento ubicado en Naranjal, Alto Paraná, en donde el Ing. Agr. Jacob Peters, gerente de Producción de la empresa, mencionó que se estableció un sistema de fertilización que incorpora el magnesio para mitigar el estrés, considerando el bajo contenido de este nutriente en los suelos de esta región. Así también, dijo su uso con herbicidas se tuvo, igualmente, en cuenta a fin de metabolizar, translocar y desintoxicar más rápido las plantas, lo que permitió reducir el periodo de estrés de los cultivos.
Indicó que para apuntar a una alta productividad normalmente se trabaja con algunas herramientas foliares de acuerdo también con los requerimientos de las semillas. Acotó que el manejo establecido en esta unidad de producción puede variar dependiendo de las condiciones de cada año.
“Este año no entramos con muchos abonos foliares. Lo que usamos fue cobalto molibdeno, boro y magnesio en algunas áreas. Tenemos certeza de lo que necesitamos usar”, resaltó el ingeniero.
Si bien este sistema empleado requiere mucha inversión, señaló que el objetivo es nutrir el cultivo de la soja de la zafra siguiente. Por este motivo se optó por trabajar con un abono de base normal (NPK) en todas las áreas, mientras que para la zafriña se decide cambiar el kilaje por hectárea, pasando a potasio más cloruro de potasio al voleo y aumentando el abono de base, refirió.
“Es cuestión de elegir un abono de calidad que te dé los puntos de nutrientes correspondientes por hectárea, principalmente entre fósforo y potasio, que te suplen lo que quieres sacar de la tierra y que te dejan un poquito más después en zafriña”, explicó.
Condiciones. Peters, además, subrayó que la época de siembra arrancó a fines de agosto, pero las condiciones climáticas adversas limitaron la emergencia de las plantas. Las lluvias, finalmente, se alinearon en setiembre, con lo cual se pudo continuar con los trabajos de implantación.
Mencionó también que lo que corresponde a la siembra temprana llega a 20 % del área, un 40 % de ciclo intermedio y 40 % con siembra tardía, considerando que en este campo se hizo una apuesta fuerte por el trigo. “Tuvimos que esperar la cosecha de trigo para entrar con la soja, entonces perdimos un poco la ventana de siembra”, resaltó.
Sobre la incorporación de la Brachiaria ruziziensis como cobertura del suelo, el profesional comentó que es una oportunidad para los cultivos de tolerar el estrés y les proporciona una mejor sanidad a las plantas. El costo de inversión es bajo, añadió.
Recordó que, anteriormente, estaban presentes los problemas de nematodos, pero desde la inserción de cultivos de servicio en suelos mixtos y un mejor manejo de los suelos con rotación fue posible cosechar la soja con rendimientos auspiciosos.
En este campo también se estableció un trabajo preventivo para un correcto manejo de las plagas y de las enfermedades. Indicó que a principios de año hubo una presión de trips, que dejó algunos daños, no así de enfermedades que, por su baja incidencia, pudieron ser contraladas.
La inversión estimada para esta campaña en esta unidad de producción asciende a USD 700 por hectárea en promedio. “El herbicida se tornó el elemento más caro de la agricultura porque hoy tenés que hacer una desecación secuencial, otra secuencial, dos a tres preemergentes, entonces hoy usas seis herbicidas en una campaña de soja”, puntualizó.
En tanto, que el punto de equilibrio ronda los 2000 kg por hectárea debido a la baja cotización de la soja.
Zafriña. En cuanto a la zafriña 2025, mencionó que cuentan con 2200 hectáreas de soja de entrezafra con materiales distintos, además de 2000 hectáreas de maíz y está previsto hacer trigo para la semillería y cultivos de invierno como cobertura en áreas necesarias.
Respecto a la distribución, aclaró que el 25 % corresponde a soja zafriña, 25 % de maíz y más de 25 % de trigo, mientras que el restante va para varios cultivos de invierno y cobertura.
“La mejor inversión hoy es cuidar tu suelo”, enfatizó el ingeniero.
“Quiero desearles una buena cosecha a todos los agricultores. No se desanimen porque la agricultura es para alimentar al mundo y sigamos adelante”, concluyó.
[Material publicado en el segmento Agricultura Productiva de la edición Nº 124 de febrero de Revista Productiva, páginas 18 y 19]
[Foto : Revista Productiva]