Los productores saben que existen innumerables contratiempos al desarrollar un emprendimiento a cielo abierto, pero en regiones de campos bajos, en donde la soja comienza a ganar terreno y preponderancia, se suman más variables a considerar para lograr el éxito con base en una alta productividad, como la correcta elección de variedades y el drenaje adecuado del campo.

 

Productiva C&M se trasladó hasta Itacurubí del Rosario, departamento de San Pedro, en donde el productor Augusto Coronel emplea un sistema de producción en campos bajos que le ayuda a proyectar buenos resultados en el cultivo de soja.

 

Expresó que es un emprendimiento familiar y que hace nueve años viene trabajando en la agricultura, con apenas 6 hectáreas sembradas, pero el objetivo fue aumentar la superficie y mejorar la productividad y rentabilidad, mediante la aplicación de tecnología.

 

Indicó que parte de esa expansión del negocio familiar demandó el incremento de la siembra de soja, pero en campos bajos, por lo que realizaron una selección de aquellos suelos que presentaban una condición favorable para emplear esta práctica. Agregó que pese a varios cuestionamientos recibidos en el entorno, desarrolló este emprendimiento con la ayuda de varios técnicos e ingenieros para la elección correcta de la variedad a sembrar, que es uno de los primeros puntos considerados para “lanzarse” al desafío.

 

Indicó que la variedad elegida fue Valente, de la obtentora Brasmax del Grupo Don Mario, que tiene una capacidad de resistencia bastante interesante sobre campos anegadizos y siembras tempranas. Acotó que, lastimosamente, en corto tiempo, en las semanas de enero recibieron 400 mm de lluvia que impactaron en el desarrollo del cultivo que creció en forma exponencial.

 

Indicó que la soja al momento de la visita de Productiva se encontraba bien desarrollada en plena floración y formación de granos.

 

Expresó que otro de los factores importantes para consumar la expansión de la soja en campos bajos es la capacidad de drenaje que se debe considerar para que el agua no quede en la parcela. “Es un factor muy importante que se debe cuidar. Tratamos de hacer lo humanamente posible y lo que está en nuestras posibilidades para poder obtener la mejor cosecha posible este año”, indicó.

 

Expresó que realizaron adecuaciones en el campo, como las canalizaciones correspondientes para desaguar el terreno, principalmente luego de las grandes lluvias que se presentaron en esta campaña.

 

Correcciones
Explicó que en este campo realizaron análisis de suelo y con base en los resultados pasaron rastra y niveladora. Posteriormente, aplicaron 1100 kg por hectárea de cal agrícola que era lo que necesitaba este campo. “Todo lo aplicado en cualquier otro cultivo desarrollado en campo alto lo aplicamos también aquí”, añadió.

 

Un tercer factor importante en esta unidad de producción es la aplicación vía aérea con aviones. El productor considera que es una herramienta fundamental para la soja en campos bajos debido a las condiciones.

 

“Las condiciones climáticas optamos por la aplicación aérea de los diversos insecticidas, herbicidas, abonos foliares porque, en primer lugar, la diferencia del costo es muy baja. Además, en ciertas condiciones del suelo es imposible ingresar con la pulverizadora terrestre, pero con el avión se puede ingresar a tiempo para cuidar al cultivo. Esto nos ayuda a tener una alta efectividad, ya que no se desperdicia prácticamente nada de los productos y la aplicación es óptima”, explicó.

 

Agregó que horas después de la aplicación se observa que todas las plantas recibieron con mucha efectividad los productos aplicados. Complementó su exposición, señalando que el costo de la aplicación en avión es de USD 11 y USD 12 por hectárea.

 

“Optamos porque no destruye ninguna planta y creemos que ahí se equipara el costo-beneficio de esa aplicación. Somos gente nueva invirtiendo en campos bajos y estamos aprendiendo todos los días. Queremos optimizar cada día más la tecnología y producir mucho más para nuestro Paraguay”, expresó.

 

Integración
En cuanto a la integración agrícola-ganadera en campos bajos, mencionó que en el lugar existía hacienda de cría con una producción aproximada de entre 400 a 500 terneros al año.

 

Además de producir soja, también dentro del plan de rotación de cultivos e integración agrícola-ganadera en esta unidad producen el forraje de invierno para animales. Para tal efecto se emplea la práctica de maíz con pasto ruziziensis. Agregó que del primer corte elaboran fardos de heno y el rebrote es aprovechado para cobertura orgánica que se desarrolla bastante bien de acuerdo a las condiciones climáticas de la época.

 

“Una vez cosechada la soja se darán algunos retoques en el suelo y ya se planta el maíz inmediatamente con pasto; nuestra primera experiencia de maíz también va a hacer en este campo”, acotó.

 

Por otro lado, la aplicación de otros tipos de abonos va quedando ya en la tierra para una mejor estabilidad agrícola y una mejor producción en la próxima zafra, en donde esta unidad de producción piensa seguir ampliando su área y mejorando la productividad.

 

[Material publicado en el segmento Agricultura Productiva de la edición Nº 76 de febrero de Revista Productiva, páginas 14 y 15]
[Foto icon-camera : Revista Productiva]