Gracias por atendernos Dr. Hugo Idoyaga, flamante presidente del Consejo de Delegados de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE). ¿Cómo tomaste esta elección, Dr.?

Realmente, me tomó en un momento difícil porque estaba cruzando la enfermedad del covid-19, pero esto es producto de un trabajo que lo veníamos haciendo. De hecho, había altas posibilidades de llegar a este cargo por las conversaciones mantenidas con delegados de nuestra región, de todas las Américas y con los presidentes de comisiones regionales de otras partes del mundo.

 

¿Qué posibilitó esta elección?
Reconocieron el buen trabajo y desempeño que tenía dentro del consejo, además de la visibilidad que estaba teniendo Paraguay a nivel internacional por todo el trabajo de salud animal. El momento electivo me tocó en una situación difícil y no valoré en ese instante lo que significaba esto porque no estaba en condiciones de salud y la prioridad era salir de ese mal que aqueja a muchos, pero, realmente, una vez que me repuse comencé a recibir muchas cartas, felicitaciones de todas partes del mundo y también a nivel nacional.

 

Me di cuenta de la responsabilidad y del tremendo desafío al que he llegado y no me preocupa mucho el desafío porque estoy acostumbrado, pero es una gran responsabilidad porque son 182 países los que conforman la organización y que han confiado en mí para ser su representante porque el presidente es la voz cantante de todos los delegados del mundo y son muchos nuestros desafíos.

 

En 97 años de la creación de la organización es la primera vez que un paraguayo que forma parte del consejo llega al máximo cargo, que es ser presidente del Consejo de Delegados de todo el mundo.

 

¿Cuánto dura el periodo?
Son periodos de tres años como presidente y posterior a eso uno queda como presidente saliente y sigue siendo parte del consejo, pero ya en un rango de past president, que también tiene voz y no así voto para las decisiones que pueda tomar el consejo. Hay que entender que el consejo hace un seguimiento y toma decisiones en momentos de necesidad y situaciones de emergencia como la que tuvimos con el tema del covid sobre cuestiones de carácter técnico, administrativo y financiero de la organización.

 

Hay temas que durante la Asamblea General no son aprobados porque no forman parte del temario, pero hay situaciones como la del covid-19 y todo eso precisa un cambio en el formato de la reunión, en las actividades de la propia organización y, en ese contexto, es el consejo el que dice sí o no y es competencia nuestra. Además de eso, las decisiones aprobadas por la asamblea elevadas en mayo son también parte de nuestra responsabilidad de darle seguimiento y hacer que se cumplan por parte del Director General y de todo su equipo. Una vez analizados los temas en la Asamblea General es lo que se decide ejecutar posteriormente.

 

Le tocaría presidir la institución en su centenario. ¿Qué representa?
Asimismo, en el 2024 serían los 100 años de creación y estaríamos festejando el centenario o por lo menos estaríamos en los preparativos del centenario de la organización.

 

Una de las personas que ha dejado sus huellas dentro de la organización fue el Dr. Bernard Vallat. Él ha tenido un relacionamiento crucial con Paraguay en su momento, ¿pero hoy en día quien está en esa función y cómo está trabajando de cerca con nuestro país? Y en ese relacionamiento, ¿cómo se viene acompañando el proceso de Paraguay y la región en materia de la lucha contra la fiebre aftosa?
Ha dado mucha visibilidad a Paraguay y todo este proceso de llegar al consejo y a la presidencia ha sido un tema originado durante la directoría del doctor Vallat. Desde el año 2015 está la Dra. Monique Eloit como Directora General de la organización. Hay que entender que los cargos de director general son de cinco años y producto de las elecciones durante la Asamblea General. Ella debió ser elegida en el año 2020, pero a consecuencia de esta situación pandémica no se pudo realizar la sesión general y este año ha sido reelecta por otros cinco años y es una persona que tiene una apertura para todas las regiones del mundo, no solo para América.

 

Respecto a la consulta, la OIE no mira solo el tema de la fiebre aftosa, sino que atiende y da recomendaciones con base en lo que establece el Código para el abordaje del tema sanitario de muchas más enfermedades que la fiebre aftosa y establece condiciones para un negocio seguro y tranquilo; es decir, que la aparición de enfermedades de animales en ciertas regiones del mundo no sea una excusa para evitar restringir o prohibir el comercio internacional de productos animales. Por eso se establece un proceso de mitigación y procesos de cómo hacer para que los países que estén cursando ciertas enfermedades de animales no tenga ese reto restrictivo de exportar sus productos a otros países de mejor status sanitario.

 

Las cuestiones de estatus sanitario son cuestiones no seguras, requieren de un esfuerzo tremendo del servicio veterinario de mantener un estatus sanitario porque la transmisión de enfermedades, hoy en día, tiene una dinámica muy diferente al pasado. La globalización hace que lo que pueda estar acá pueda estar en cualquier parte del mundo, entonces requiere de un esfuerzo importante de los servicios veterinarios en mantener y cuidar la situación sanitaria de sus países y de estar exentos de pasar por un brote de enfermedades y hoy en día no solo miramos a la fiebre aftosa, sino un montón de enfermedades que tienen esas características limitantes y restrictivas para el comercio internacional.

 

Dentro de la evolución de la región y el desafío de avanzar en la consideración del estatus sanitario de país libre de fiebre aftosa sin vacunación, ¿cómo ve el proceso que se está desarrollando? ¿Existe un tiempo estimativo de cuándo podríamos pensar en tener un estatus diferenciado?
Es un tema que a mí me tocó discutir con las autoridades gremiales en su momento y hemos iniciado el proceso, pero para ser sinceros falta más discusión del tema y asumir esta situación con mayor seriedad. Es difícil definir un tiempo, pero estoy seguro de que va a depender de la evolución de la mejora del estatus sanitario de los países vecinos y esa va a ser la clave y lo importante será tener una actitud activa y no reactiva. No esperar que ocurran las cosas en los países vecinos y que nosotros quedemos como furgón de cola; hay que comenzar a discutir porque no pasa por una cuestión de levantar la jeringa y dejar de vacunar, sino que esto conlleva otro aspecto muy importante y estoy seguro que el control sanitario va a ser mucho más costoso y requerirá de mayor capacitación de recursos humanos e incorporación de estructuras informáticas, controles más sofisticados y sobre todo requerirá de un cambio de paradigmas de nuestras autoridades políticas, sanitarias y gremiales de productores en general.

 

Dejar de vacunar no es solamente levantar la jeringa, ese es el último efecto, pero levantar la jeringa para mantener una situación sanitaria con un estatus superior requiere de un esfuerzo superior que hoy estamos haciendo. Entiendo que nos sentimos cómodos con la vacunación y está bien que sea así también, pero hoy varios estados del Brasil han accedido a un estatus sin riesgo de vacunación como el Estado de Paraná y en los próximos años el Estado de Mato Grosso del Sur estaría en ese proceso y si eso ocurriera, realmente tendríamos un difícil tránsito y Brasil es un importador importante de productos paraguayos y que en situaciones especiales ha sido un país de tránsito de mercaderías paraguayas.

 

¿Cuál debería ser la política sanitaria en ese sentido?
Toda la cuestión de la política sanitaria va a depender de los países de asumir este tipo de errores o situaciones futuras. Vemos que Argentina está muy contenta de llegar a un país libre de vacunación y Uruguay es uno de los países que no requeriría de un mayor esfuerzo para eso, pero son decisiones de carácter político. A mi juicio nuestra situación geográfica amerita que esto se evalue, se estudie y se discuta para que se tome la decisión más acertada. No es cuestión de hacerlo en un corto plazo, sino que no tiene que tomarnos de sorpresa, esperar que ocurran las cosas y luego intentar solucionar. Simplemente es eso.

 

¿En ese sentido, Paraguay podría pensar en tener zonas específicas que planteen una región libre de aftosa sin vacunación o sería descabellado pensar en una zonificación?
Es una posibilidad y en su momento hemos llevado esa inquietud al ámbito de la Comisión Científica de la OIE, pero descabellado no va a ser. Hoy en día, nuestro sistema productivo hace que eso sea casi inviable porque hay una ida y venida de animales que se crían en la región Oriental y se terminan en la región Occidental y viceversa, entonces hay un flujo de animales de un lado para el otro y si se decide evitar eso, se podría pensar, pero hay que encontrar la justificación técnica de por qué no todo el país y no solamente una zona; ahí entran otros criterios que podrían hacer dudar de la situación sanitaria en que se encuentra nuestro país.

 

No es una tarea fácil y no digo que sea imposible, pero hay que pensar y justificar técnicamente y eso hoy en día no es fácil. El abordaje inicial debería ser todo el país como se viene manejando actualmente con el estatus de fiebre aftosa.

 

Mensaje final

Existen cuestiones internas que deben ser evaluadas y debatidas a fondo. En cuanto a la OIE, existen muchos desafíos a emprender para seguir garantizando la salud animal y su posible impacto en el comercio internacional. Esperemos cumplirlos acabadamente.

 

[Entrevista realizada en Productiva Radio 780 AM y publicada en la edición Nº 80 de junio de Revista Productiva, páginas 14 y 15]