Inicia la campaña de arroz en medio de mucha expectativa y nuevos desafíos. El Lic. Raúl Enciso, director financiero de Villa Oliva Rice, uno de los ingenios de mayor crecimiento y que lleva la bandera del desarrollo del cultivo del cereal en Ñeembucú, habló con Productiva sobre las proyecciones de expansión, la rotación del arroz con la soja, la operación de la empresa en la Bolsa de Valores y la tendencia del mercado para este importante rubro.

 

¿Cómo les fue en la última campaña?
Nos fue muy bien dentro de todo ese escenario de sequía que tuvimos en la zafra pasada, cuando sufrimos la bajante del río y cuyas estadísticas fueron las peores de los últimos 50 años. Dentro de todo ese contexto llegamos a sembrar 8500 hectáreas y pudimos cosechar con mayores y menores dificultades. Nos fue muy bien en el sentido de la productividad del área y el tiempo de cosecha. Fue muy exitosa la campaña pasada.

 

¿Cómo acompañó el mercado internacional al rubro?
En Paraguay producimos aproximadamente 1 200 000 toneladas, un poco más de 200 000 toneladas es el consumo interno y cerca de 1 000 000 de toneladas es lo que se exporta. Del millón de toneladas, 60 % va al mercado brasileño y el 40 % restante se distribuye entre otros 20 países aproximadamente. De toda la problemática que tuvimos y la quiebra de producción que se tuvo en algunos sectores, el mercado externo siempre está comprando lo que se dispone, entonces nunca deja de haber un acompañamiento de demanda de pro ductos por parte de los grandes clientes que tenemos fuera del país, ya sea en Brasil o en otros países del continente.

 

¿La tendencia alcista de precios que registran otros commodities este último año también se da con el arroz?
Asimismo, la pandemia hizo que se levante el precio de todos los commodities y de todo lo que va acompañado a la producción. Recuerdo los precios de la soja del año pasado -y en mi experiencia personal- cuya comercialización giró en torno a USD 270 y USD 290 por tonelada, mientras que este año hubo momentos en los que el precio llegó a estar entre USD 560 y USD 600. Lo mismo sucedió con el arroz con cáscara, que tenía un precio prepandemia de USD 180 la tonelada, que es un precio piso en los últimos 20 años, y cuando empezaron a liberarse las restricciones de la pandemia el precio explotó y se fue a USD 370. Llegó un momento dentro del segundo semestre del 2020 cuando se empezó a normalizar un poco más, pero quedó muy por encima de los precios prepandemia.

 

¿Cuál fue el promedio que tuvieron en rendimiento y producción total?
Alcanzamos 68 000 toneladas de producción este año y la productividad estuvo en el orden de 7.7 toneladas por hectárea. Las primeras parcelas cosechadas a fines de diciembre y mediados de enero alcanzaron un rendimiento de más de 9000 kg por hectárea, que son las parcelas top. A causa de los efectos climáticos -especialmente el calor, que afecta mucho el rendimiento de la planta- a partir de enero empezó a caer la productividad, entonces también tuvimos una merma en el promedio, pero, en general, se alcanza 7.8 u 8 toneladas por hectárea. Cuando sos un productor más chico de 600 a 800 hectáreas podés llegar a alcanzar fácilmente 9500 kg por hectárea y es cuestión de timing, del momento en que sembrás, el acompañamiento que hacés con la fertilización y el momento justo de la cosecha. Si te atrasás una semana en la cosecha, perdés productividad, y ahí es muy importante que Dios nos ayude para no tener tanta lluvia en las épocas de cosecha, de modo a que nosotros podamos trabajar tranquilos metiendo las máquinas en el campo.

 

Además del clima, ¿tuvieron otras dificultades?
Siempre hay dificultades y siempre hablamos con los colegas y la gente que nos acompaña, como los proveedores, que este no es un negocio para amateurs (principiantes), porque implica enfrentar muchísimas dificultades por el simple hecho de que tenés demasiados factores que no controlás y trabajás con base en todo lo que es estadístico. Tenemos más de 20 años de estudios de cómo se comporta el clima, de cuándo llueve o deja de llover y en qué momentos tenés mayores exposiciones a luminosidad y el momento de hacer toda la preparación previa, pero siempre hay algún factor que no se puede manejar. Por ejemplo, el año pasado estadísticamente estuvimos sembrando a un ritmo escalonado porque esperábamos la maduración de la planta para entrar a cosechar de manera escalonada; por lo tanto, se siembra, se espera la lluvia, se siembra, se espera la lluvia, pero en este caso nunca llovió, hasta el punto que estábamos a pasos de decidir irrigar el campo. En ese momento vino una lluvia, lo que generó que 5000 hectáreas empezaran a crecer todas juntas, o sea, 5000 hectáreas empezaron a madurar al mismo tiempo. Allí surge el desafío de cómo hago para cosechar 5000 hectáreas todas juntas sin perder productividad. Las dificultades siempre las vas a tener, estamos acostumbrados, y no nos amilana eso porque sabemos que de alguna u otra manera siempre estamos en condiciones de resolver y lo que haya que hacer se va a hacer.

 

¿Tuvieron inconvenientes con las malezas?
Nuestra técnica de control de malezas está en el proceso previo de la preparación y nuestra preocupación es el arroz rojo y ahí viene el tratamiento que se tiene que dar a la tierra para minimizar al máximo esta plaga en los campos.

 

¿El hecho de no depender de un recurso hídrico tradicional como el Tebicuary, les dio la posibilidad de tener una mayor estabilidad?
Por supuesto, el hecho de estar en el río Paraguay te da esa tranquilidad de contar con una fuente de agua inagotable. Tuvimos la sequía más grande de los últimos 50 años y Villa Oliva Rice no tuvo problemas de acceso al agua y tampoco todos lo que estamos en la cuenca del río Paraguay. Nuestros colegas del norte tampoco tuvieron ningún tipo de problemas de acceso al agua; lastimosamente, los productores del Tebicuary pasaron malos momentos por el hecho de que estuvo bastante seco el año pasado.

 

¿Cuál es la expectativa entorno al arranque de la siembra?
Arrancamos el proceso de siembra y venimos preparando el suelo desde mayo de este año. Estamos con una expectativa de alcanzar 9005 hectáreas. Vamos a incorporar tres variedades en esa área y estamos trabajando con la misma técnica escalonada, de manera a que nuestro proceso de cosecha sea lo más eficiente posible a la hora de lograr el mejor rendimiento. Las 9000 hectáreas van a ser números históricos, porque nunca habíamos llegado a hacer semejante cantidad de hectáreas y ojalá y todo salga bien y nos acompañe el clima para que a partir de fines de octubre o primeros días de noviembre completemos el 100 % del área.

 

¿Qué les motivó a iniciar la siembra más temprano?
Primero es el hecho de que nuestros grandes competidores por el mismo cliente están en el sur de Brasil y ellos tienen un proceso de siembra más retrasado que el nuestro. Ellos arrancan en octubre y por ende, empiezan a cosechar a mediados de marzo; es decir, los grandes molinos empiezan a recibir el producto de los productores brasileños recién en marzo y lo que nosotros buscamos hacer es entrar en enero con el producto para que podamos administrar mejor el flujo de caja; por el lado comercial nos vamos hacia esa línea.

 

Lo segundo es el tema del clima, ya que el arroz es un ser vivo que tiene una adaptación al clima, la luminosidad y al calor. Enero y febrero son meses de mucha luminosidad y la planta, morfológicamente hablando, cuando recibe mucha luminosidad está recibiendo demasiada energía y cuando crece muy rápido demanda un esfuerzo superior en el crecimiento de su tallo y de sus hojas; por lo tanto, deja de trasladar esa energía a la producción del producto, entonces se tiene una planta muy grande, pero el cacho no está lleno.

 

Por un lado, tratamos de llegar a los mercados rápidamente y por otro lado, buscamos una eficiencia a la hora de producir. Se puede entrar a sembrar en noviembre y diciembre para cosechar en abril, pero la experiencia nos dice que si llegamos a sembrar en agosto o setiembre, esas parcelas sembradas van a tener un mejor rendimiento de las que se sembraron con más calor.

 

¿Cómo les fue con la experiencia de incursionar en la producción de soja?
Hicimos una siembra de 750 hectáreas de soja en la zafra 2019/20 y fue todo un proyecto de inversión en el que tuvimos que hacer toda la preparación de suelo en forma diferenciada porque no es lo mismo sembrar soja en un campo de arroz, ya que hay una estructura de drenaje que uno tiene que preparar y hay una naturaleza propia que está más adaptada al arroz que a la soja.

 

Tuvimos un buen rendimiento para una primera experiencia de soja y cuando empezamos a planificar la zafra 2020/21 comenzamos a mirar los precios. El precio del arroz estaba tan alto en aquel momento y como los precios de la soja estaban bajos, decidimos sembrar arroz en esas áreas donde habíamos sembrado soja, pero cuando sembramos todo el precio de la soja explotó y se fue al cielo. Son cosas que pasan, decidimos hacer una cosa y después el mercado nos llevó a otro lugar.

 

Con relación a la experiencia con soja, es algo que se tiene que hacer y llegó para quedarse. En el sur de Brasil en campos de arroz hoy la soja es una alternativa, la rotación de cultivos se hace en soja y todo el proceso de combate de malezas y plagas del arroz se hace con la rotación de cultivos metiendo la cultura de la soja para que a partir de ahí uno pueda llegar a tener buenos rendimientos porque, de lo contrario, te sale mucho más cara la producción que el resultado final. Necesariamente tenemos que trabajar en eso y nosotros estamos todos los años proyectando la apertura de áreas para que en todo momento podamos hacer ese ejercicio de rotación de cultivos, es decir, meter campos de soja reemplazando los campos de arroz.

 

El motivo principal por el cual hacer esto es que, a diferencia de la soja y el arroz, la soja lo que hace es absorber nitrógeno y fertiliza la tierra, entonces un campo de arroz pos soja genera un rendimiento del 25 a 30 % más. Si estás alcanzando 8000 kg por hectárea en un campo de arroz, le hiciste descansar y metiste soja, luego el arroz llegará a niveles de productividad de entre 9000 a 9300 kg por hectárea, fácilmente.

 

Toda nueva cultura conlleva siempre un pequeño sacrificio, pero una vez que estabilicemos esto es necesario darle continuidad y vamos a adoptar esas prácticas culturales que ya se vienen haciendo en otros países.

 

¿Cómo incide la estabilidad de la cotización internacional en el plan de siembra de Villa Oliva Rice?
Nos da mucha tranquilidad que de alguna manera tenemos un margen aun sabiendo que los costos de producción van a subir por el hecho de que están aumentando el combustible y los insumos. El hecho de tener un margen nos da la tranquilidad de poder proyectar un flujo de caja que nos va a permitir llegar a cumplir con los vencimientos de cuotas de préstamo, proveedores y de inversión y así seguir tratando de apalancar esto de una manera que nos permita seguir creciendo como empresa y seguir expandiéndonos en el área productiva.

 

¿Hay expectativa de crecer en superficie?
Nuestro plan de negocio y programa de inversión hace que tratemos de alcanzar unas 15 000 hectáreas en los próximos seis años, es decir, sostener una expansión de 400 a 500 hectáreas por año. Ahora estamos subiendo 600 hectáreas y a partir de ahí la proyección es de 400 a 500 hectáreas por año, de manera a hacer una rotación total de cultivos y así lograr un mayor nivel de productividad.

 

Cuanto más crecés en área de siembra, tu expectativa es que la producción se incremente y a partir de ahí se empieza la siguiente fase que es almacenar toda esa cantidad de producto; por lo tanto, se debe emplear un programa responsable porque el aumento de área de siembra tiene que estar acompañado de toda la infraestructura que ello implique.

 

El programa tiene que ser muy cuidadoso sabiendo que estamos en un rubro que es muy volátil. En general, la agricultura es un electrocardiograma y el que está viviendo y prestando servicios de la agricultura tiene que entender que esa es la conducta, en algún momento todos vamos a tener la pendiente negativa y en algún momento va a convertirse en positiva.

 

Mi recomendación es no hacernos los locos y creer que porque estamos teniendo un buen precio hay que abrir áreas de manera irresponsable, nos endeudemos comprando máquinas y contratando servicios industriales para que, finalmente, el precio caiga y estemos todos apretados. Hay que ser responsables y analíticos de cómo se comportan nuestros clientes y la verdad no es para amateurs.

 

¿Cómo están reaccionando a la reducción de área de siembra en regiones como Misiones e Itapúa por la falta agua? ¿Hay algún interés de otros productores de ocupar esa cuenca del río Paraguay que ustedes están explotando?
La zona norte de Ñeembucú hace tres a cuatro años, cuando no había energía eléctrica, era una zona olvidada. Acompañados de las rutas y la energía eléctrica empezaron a aparecer pequeños ingenios arroceros. Con la bajante del río Tebicuary estamos escuchando que empieza una migración y en mi opinión, creo que entre tres y cinco años toda esa zona va a ser una región de altísima producción arrocera, no reemplazando al Tebicuary, sino se presentará como una alternativa de producción. El río Paraguay es perenne y caudaloso, no tenés problemas de agua, tenés energía eléctrica, puertos, rutas asfaltadas y es inminente que esa zona se va a poblar de productores en el corto plazo.

 

¿Siendo la primera industria arrocera en colocar bonos en el mercado local, cómo les fue y cuáles son los beneficios que se han generado en torno a esta iniciativa?
Villa Oliva Rice es la única empresa agroindustrial en este país que emite bonos en la Bolsa de Valores y fue un trabajo arduo porque implica un montón de estructuras corporativas nuevas que tenemos que implementarlas dentro de la empresa. En ese sentido, la experiencia fue muy buena, en el sentido de que la Bolsa de Valores es el mecanismo a partir del cual empresas como las nuestras, que necesitan una enorme cantidad de inversiones, les permite trabajar sobre esa estructura de plazos de repagos y flujos de caja.

 

Lastimosamente, la banca comercial, por las limitaciones propias que tiene, no te permite desarrollar esa estructura de flujo de caja que te va a hacer óptimo a la hora de establecer esos planes de inversión.

 

En un mercado dominado por bancos, aseguradoras y casas de crédito hay una agroindustrial llamada Villa Oliva que tuvo una muy buena experiencia e hizo cuatro emisiones. Una de las emisiones vence en agosto y estamos esperando que llegue la fecha para poder mostrarles a los inversionistas que colocaron bien su dinero; ellos ganaron plata y nos permitió a nosotros ser eficientes en nuestro rubro.

 

¿Cuál es la expectativa de crecimiento en la parte industrial?
La Bolsa de Valores nos permitió acompañar ese plan de inversión porque con la emisión se estructuró un plan de pagos que permite desarrollar toda la inversión y a partir de que tu producto empieza a generar lucro, después ese flujo de caja termina pagando tu inversión. Mi opinión personal trabajando en la Bolsa es que es el camino a seguir y solo queda animarse.

 

Mensaje final
Éxitos a todos los productores y colegas porque va a ser un año complicado, pero no va a ser la primera vez que pasamos por años duros y complicados, porque siempre de alguna u otra manera supimos salir adelante.

 

[Entrevista publicada en la edición Nº 82 de agosto de Revista Productiva, páginas 14, 15 y 16]