Mucho se habla sobre esto, y la realidad es que no parece haber verdades reveladas. La calidad de la carne la define el consumidor, y lo que paga por un producto u otro es solamente su percepción del valor del producto. En términos de costos y rentabilidad, una recría pastoril que parta de un ternero destetado pesado y tenga ganancias de peso superiores a los 650 gramos por día del destete en adelante y que logre terminar el animal a los 7-10 meses de invernada es muy competitiva, aun cuando se reduzca el precio final obtenido por haber sido finalizado a pasto. Esto último queda compensado por el bajo costo del kilogramo producido y la gran cantidad de kilogramos logrados en poco tiempo. Al mismo tiempo, tenemos bajo peso medio de la existencia a pasto, lo que permite tener una carga animal relativamente alta, mejorando mucho el parámetro kg/ ha y eficiencia de stock (producción de carne/ carga media anual).

 

Sin embargo, pocos productores logran completar toda su invernada a pasto en esas condiciones, y hay una decisión de muchos consumidores de buscar una carne de color rojo claro, con grasa blanca, sobre todo. Hay también una necesidad de la industria de consumo de proveer animales uniformemente terminados a sus clientes. Esto se logra con finalización a corral, que por una parte asegura esos parámetros de terminación, y por otra, permite a los productores cumplir más acabadamente con sus presupuestos financieros, ya que en ese caso el corral actúa como una suerte de “plazo fijo ganadero”. A nivel sistémico, esta integración de recría pastoril con terminación a corral mejora los números productivos, porque reduce aún más el peso medio de la existencia a pasto, permitiendo colocar mayor cantidad de animales más livianos a pasto. Esto ocurre porque ahora no tenemos la obligación de terminarlos gordos a pasto, ya que se van a corral un poco más livianos desde el pasto. Es cierto que hoy el corral no pasa por su mejor momento, pero también es cierto que históricamente los segundos semestres no son favorables para esta actividad. Esta integración de recría pastoril con encierre final, que usa el otoño-invierno-primavera para el crecimiento óseo-muscular, y que a medida que la tasa de crecimiento estival va disminuyendo, los animales van pasando a corral, es el sistema que mejor estabilidad y márgenes viene dando hace unos años a esta parte.

 

En el corral de encierre es fundamental controlar los procesos para maximizar la eficiencia en el uso de los recursos utilizados. Factores tales como una correcta recepción del ganado al ingreso, que consiste en recibirlo con heno durante los dos primeros días a la llegada al corral para familiarizarlo con los comederos y su nueva rutina de alimentación, una buena y gradual adaptación a las dietas con más grano durante al menos 15-18 días, y la necesaria lectura de comedero de ahí en adelante para monitorear la dinámica del consumo son fundamentales. El procesamiento del grano -un factor de discordia e inconsistencia entre productores y técnicos- dependerá de aspectos tales como la edad del animal, la infraestructura del lugar, el tipo de grano y la dieta que se utilice. El grano húmedo (30 % de humedad a la cosecha) es probablemente el mejor tipo de procesamiento en cuanto al aprovechamiento y eficiencia de conversión que se logra, pero debe estar acompañado por una infraestructura acorde.

 

Además, hay algún aumento en las pérdidas a cosecha por imprecisas regulaciones de la cosechadora, y se pierde la posibilidad de vender ese grano a puerto en caso de no terminar utilizándolo para alimentación animal. Estas son solo muestras de cuestiones que se deben tener en cuenta a la hora de buscar minimizar la incertidumbre de precios a través de la correcta alimentación. En el encierre a corral debemos también aprovechar la posibilidad de tener registros individuales para comenzar a seleccionar los mejores proveedores de animales. Se encuentran notables diferencias en las ganancias de peso entre animales de distinto origen, y esas diferencias impactan sobre la renta individual. Recientes publicaciones de nuestro grupo de trabajo (Ganly, Ras y Colombatto, 2020) mostraron la correlación positiva y directa entre la ganancia de peso y el resultado económico del encierre a corral, algo que ya era conocido, pero que no se lo aprovechaba del todo como fuente de información.

 

Conocer quién es el proveedor original de ese animal que desempeña mejor en el corral nos permite cuantificar hasta cuánto más se le puede pagar para tenerlo, y desde el punto de vista inverso, permitiría tener la opción de no pagar tanto por otros animales o incluso intentar ayudar a criadores importantes de animales con bajo desempeño posterior a encontrar las formas de cambiar los procesos dentro de sus planteos comerciales. Hay que insistir en la comunicación vertical de la cadena de producción de la carne.

 

Claro está, hay “detalles” en todo este proceso que marcan la diferencia entre los que logran estos mejores índices económicos y los que no. La visión sistémica, entendiendo a los planteos como un todo y reconociendo que existe una alta dependencia entre lo que pasa en una etapa y la siguiente (¡comenzando desde el feto!) es clave para la obtención del mejor novillo. Dejemos atrás la era de los “toros caros en vacas flacas”, ya que eso no nos deja ver el verdadero fruto de nuestro esfuerzo en el mejoramiento de las razas productoras de carne.

 

*Publicación 29º Congreso del CEA

 

[Material publicado en el segmento Ganadería Productiva de la edición Nº 87 de enero de Revista Productiva, páginas 18 y 20]
[Foto icon-camera : Revista Productiva]